“Hay que levantarse
cada mañana
con pensamientos positivos
y mirar el mundo
con ojos nuevos”
y mirar el mundo
con ojos nuevos”
Cinco
décadas dan para mucho. Desde aprender un oficio, hasta montar tú negocio y que
de ahí salga otra empresa con latitudes internacionales. La de Silvia Muntané
es la historia de una mujer que aún siendo niña decidió su destino. A su lado,
su familia y, sobre todo, ella misma. Repasamos los 50 años de trayectoria de
una profesional que ha celebrado por todo lo alto y en su ciudad natal,
Cardona, sus bodas de oro con la peluquería.
¿Cuál es el primer recuerdo que tiene como peluquera?
El de mis
estudios en Barcelona. Yo tenía 13 años, corría el año 1960 y, durante dos meses,
viví en casa de mis tíos para poder estudiar peluquería en Barcelona. Yo venía
de un pueblo muy pequeño y la ciudad, por aquel entonces, me cautivó, se abrió
un mundo frente a mí. Ahora lo pienso y me doy cuenta de que tan solo era una
niña de 13 años.
Combinar trabajo, familia y maternidad no debió ser fácil en los inicios.
¿Cómo lo conseguía una mujer por aquel entonces?
Esta profesión
requiere muchísimo sacrificio, nunca ha sido fácil. Hay que sacrificar muchas
cosas, por el trabajo y por la familia y una misma siempre queda relegada al
último lugar. Sin embargo, también se debe reconocer que el apoyo de la familia
es muy importante. En este sentido, el de mi marido ha sido fundamental.
Siempre ha entendido mi afición y dedicación hacia mi profesión.
¿Se topó con muchos prejuicios
sociales?
No, ninguno.
Como he dicho antes, conté con todo el apoyo de mis padres y de mis hermanos.
Mi madre ya era peluquera y aunque cerró su peluquería al casarse, cuando yo
cumplí los14 años, volvimos a abrirla. También estaba con nosotras una hermana
de mi madre que también era peluquera. Éramos tres de la familia y eso nos daba
mucha fuerza.
Y del salón de Cardona a fundar La Central del Cabell, ¿Por qué siente la
necesidad de poner en marcha este proyecto?
Me considero
una persona emprendedora y muy inquieta, no me conformo nunca, me gusta mucho
innovar. Hay que tener una actitud abierta al cambio, levantarse cada mañana
con pensamientos positivos y mirar el mundo con ojos nuevos. Siempre estoy
tramando alguna cosa, voy por la calle con curiosidad, mirando lo que pasa a mí
alrededor. Y, cuando me voy a dormir, también me gusta pensar en todo lo que he
visto y en lo que me ha pasado. Hay que ser constante, trabajador y no conformarse.
¿Cree que hubiera sido posible poner en marcha La Central del Cabell sin la
contribución de Óscar Guisado?
Imposible, yo
soy la fundadora del negocio, pero Óscar es la continuidad de este proyecto. Yo
tengo las ideas y junto a Óscar las materializamos. Podríamos decir que nos
complementamos el uno al otro: yo aporto mis ideas y mi experiencia de todos
estos años y Óscar, que es más joven, las aplica a estos nuevos tiempos.
¿Cuál es la principal ventaja de emprender un proyecto empresarial
familiar? ¿Y el mayor inconveniente?
La principal
ventaja es que nunca encontrarás una persona de tanta confianza como lo es
alguien de tu familia. Eso sí, hay que tener una buena relación, hay que ser un
equipo y, si lo consigues, seguro que alcanzarás el éxito. El mayor
inconveniente es que es difícil desconectar de la vida laboral a la vida
familiar y siempre lo acabas mezclando todo. En el negocio acabas hablando de
cosas familiares, igual que en comidas familiares acabas hablando de trabajo.
Su maestría con los recogidos es incuestionable. ¿De dónde cree que le
viene esa vena artística?
Es como un
sexto sentido. La verdad es que nunca planeo mis trabajos, incluso cuando
realizo los cursos de formación, galas o demostraciones, nunca planifico nada
hasta que voy a empezar el trabajo. Piensa que llevo 50 años en esta profesión,
he vivido mucho, he vivido muchas modas y de todas ellas he aprendido. Me gusta
mi profesión, disfruto muchísimo con ella.
¿Sacar adelante un nuevo proyecto cuando quizá otros muchos piensan en
jubilarse es sintomático de su personalidad?
Supongo que sí,
pero disfruto con todo ello. Estas cosas me llenan, me hacen sentirme viva. Mi
cabeza no para de pensar.
La peluquería de ayer y la de hoy. ¿Qué destaca de la de entonces y qué es
lo que más le gusta de la de ahora?
La peluquería ha cambiado muchísimo. Antes quizás era más artística,
fácilmente detectabas quien había ido a la peluquería. Ahora todo es diferente,
es un estilo más liberal y desenfadado.
Para alguien que ahora esté leyendo esta entrevista y quiera mantenerse en la
profesión durante, por lo menos, 50 años, ¿Qué consejo le daría?
Las nuevas
generaciones ya tienen una mentalidad diferente, pero algo importante al tratar
con la gente es que nunca deben afectarte tus problemas personales. En la
peluquería todos hacemos un poco de psicólogos, escuchamos los problemas y
desahogos de nuestros clientes. En mi caso, durante años me he llevado los
problemas de mis clientes a casa y eso te acaba consumiendo. Un consejo, que
ello no te afecte.
MUY PERSONAL
Una frase: Sé constante.
Una canción: “La Camisa Negra” (Juanes).Un color: El fucsia.
Un olor: El del perfume de Carolina Herrera.
Una comida: El arroz negro.
Una película: Titanic.
Lo que más detesta: La hipocresía.
Lo que más le divierte: Pensar y hablar, sobre todo, hablar.
El futuro es... Una incógnita, yo sólo vivo el presente
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